La violencia de género siempre había estado presente en mi vida, aunque ni yo misma lo había asumido. Algunas situaciones familiares y de personas muy cercanas cumplían esos patrones, que si bien no llegaban a ser violencia física, si había muchas mujeres que sufrían el maltrato psicológico, y la mayoría de ellas en silencio. Quizás mi manera de enfrentar esas escenas no fue la de asumir la realidad de esas situaciones, sino tratar de evitarlas en lo que de mí dependiera.  Sin duda yo no era la causante, ni mucho menos responsable, pero siempre que me encontraba con estas situaciones en personas a las que quería, me veía en la obligación de ponerme delante del maltratador y defender a la víctima. Muchas veces utilizando para ello el diálogo y en otras más duras, mi propia integridad física.

Era yo muy joven por aquella época y quizás ese fue el motivo de que las relaciones que intentaba forjar carecían de ese filtro. Si se daba una situación de algún tipo de chantaje emocional, intento de control o maltrato psicológico, simplemente me limitaba a defender mi postura. 

Todo eso cambió cuando conocí a una persona que era un maltratador en todos los sentidos. Mi vida durante unos meses cambió por completo y poco a poco fue naciendo en mi una dependencia emocional, que aunque carente de lo que llamamos amor, llegó a hacerme mucho daño. Consiguió ejercer en mí un control que nunca antes había sentido y en muchas ocasiones incluso llegué a temer por mi vida.

Viví esta historia en silencio, como aquellas mujeres del pasado, quizás por vergüenza, quizás por culpa o quizás porque esta persona había creado en mi vida una realidad paralela con tanto empeño, que incluso dudaba de mí misma. No miento si digo que aguanté más tiempo en esta situación a la que ni siquiera se la podía llamar relación estable, por puro miedo. Aquello junto con otras circunstancias frustró mi intento de independencia y me vi obligada a volver con mi familia. Fue entonces cuando me vi con fuerzas y poco después le puse fin. 

Si tuviera que dar una razón por la que he hecho pública esta historia de violencia de género, es porque he podido ver como los patrones de estas relaciones son de lo más similares. Por eso mi objetivo es llegar al máximo número de jóvenes posible, para que conozcan cuáles son y sepan identificarlos al inicio de sus relaciones.