Para empezar, tengo que decir que no me gusta en especial la palabra víctima, pero al hablar de violencia de género o cualquier tipo de abuso o maltrato, es necesario hacer referencia a los roles de agresor y víctima.

La otra noche, haciendo reflexión y analizando de alguna manera patrones que he ido viendo y he vivido, empecé a pensar en esa etapa por la que todos pasamos durante y después de pasar por una situación de violencia o maltrato: la fase silenciosa en la que empezamos a ser conscientes de la situación por la que estamos pasando pero todavía no aceptamos. Algunos especialistas podrían decir que esto corresponde a una negación.

Esto ocurre con especial frecuencia en los niños, que son capaces de normalizar situaciones muy agudas de maltrato hacia ellos mismos o hacia sus progenitores. No aceptan lo que está pasando, no quieren que su mundo se venga abajo, no quieren añadir más problemas a los que ya se respiran en sus hogares, tienen la esperanza de que sean solo episodios puntuales que algún día pasarán y todo será normal… También tienen miedo a que no les crean y cuanto más tiempo pasa, mayor es ese miedo, que puede extenderse hasta la edad adulta.

En las víctimas de violencia de género, es cuando ya la persona empieza a ser consciente de que está viviendo situaciones de maltrato, de que esos episodios no se dan en una relación sana, pese a todo, también se mantienen en silencio, sobre todo al principio con la esperanza de que todo cambie con esa persona y poder tener una relación normal.

Por supuesto hay muchos matices, hay mujeres que mantienen el silencio por pura vergüenza, ya que no se atreven a contar a nadie lo que está pasando, pues saben la respuesta de la mayoría de las personas de su entorno: que la solución es desvincularse del maltratador cuanto antes. Ellas también saben que esa sería la solución más certera, pero la dependencia emocional les impide dar ese paso y prefieren callar antes de que todo el mundo «se vuelva en contra» de esa relación o vínculo emocional, pues no están preparadas para dar el paso.

En mi caso particular yo no hablé hasta que ya hubo pasado todo, pero recuerdo que verbalizarlo me ayudó a tomar consciencia de todo lo que había estado permitiendo y hasta dónde había llegado. Creo que fue uno de los pasos más importantes para desvincularme de manera definitiva, aunque después de aquello, mentiría si dijera que fue un camino fácil, pues nunca lo es. Podréis conocer un poco más de esta fase en mi próximo libro: Heridas sin Sangre.

En cualquier tipo de maltrato esto es común, yo aun sin ser terapeuta, he podido verlo en mi caso y en otros de personas muy cercanas. Es muy común también cuando llegas a la fase de querer romper el silencio y tener miedo a que haya personas que no te crean. Esto es más una sensación producida por la culpabilidad que conlleva el maltrato en sí, pero me gustaría dar un consejo a los que tienen ese miedo: habrá personas que os creerán y protegerán (estas son las que os quieren de verdad y a las que deberéis aferraros para superar la situación), otras que dirán que os creen pero no os aportarán demasiado (personas que dicen que creen lo que dices pero no ayudan todo lo que deberían), y otras que no creerán nada (estas directamente son las que debes descartar de tu vida).

Si estás pasando por esta fase, trata de contarlo a las personas más cercanas, por ejemplo a esa amiga que sabes que no te defraudará. Si tu caso de maltrato es la violencia de género por ejemplo, puede que te encuentres con la respuesta que temes de que la solución es desvincularte del maltratador y en ese caso es el momento en el que puedes empezar a ser consciente de que es el siguiente paso. No estás condenada a esa situación para toda tu vida, hay salida. En cualquier caso, esa persona adecuada te va a ayudar mucho, no lo dudes, todos tenemos esa persona especial que no nos defrauda, es nuestro ángel de la guarda en esta vida terrenal, todos tenemos uno: tu sabes mejor que nadie quién es.

En otro post hablaré de la fase en la que las víctimas de maltrato deciden por fin romper el silencio. Estoy segura de que podría también ayudar a otras muchas personas.

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